Un día descubrí que la calle desengaño, la de "Aquí no hay quien viva", exitía físicamente. Sí, está en Madrid, no muy lejos de la Gran Vía. Otro día descubrí que alegóricamente estaba en otra ciudad. Otro día en otra diferente. Sé que descubriré más calles desengaño, físicas o alegóricas, pero no me alegrará encontrarlas. Para algunos la mejor opción sería no salir de casa, así nunca corres el riesgo de volver la esquina y zas, dar con el citado nombre. Sin embargo, eso no deja de ser de cobardes. Otras veces, uno camina por una calle que cree conocer y cuando cree estar seguro de su trayectoria comprueba por donde va y descubre que estaba totalmente confundido. "Podría haberme quedado en casa", piensa uno al instante, pero sin embargo, eso es de cobardes. Otras veces uno toma una dirección porque preguntó a alguien y le indicó con aparente seguridad pero cuando te quieres dar cuenta tu rumbo no es correcto. "No tendría que haber salido de casa", vuelves a pensar. Pero sin embargo, eso es de cobardes. Saldré, me equivocaré mil veces. Me daré de morros con el cartel del desengaño y recordaré, joder otra vez. La siguiente me costará más, porque evitaré ese camino y cuando vuelva a terminar en aquella calle diré "y otra vez lo mismo". Sin embargo, gracias a quien me guió mal o me hizo creer que tomé el camino correcto intentaré no pisar esa calle o al menos que cuando la pise por error no me moleste tanto.
