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jueves, 14 de febrero de 2008

YO SOBREVIVÍ A SAN VALENTÍN


Un día cualquiera no sabes que hora es,... sales de casa sabiendo porque. Esta mañana me encaminaba a clase como cada día aunque hoy por motivos del destino se me han pegado un poco las sábanas y he abandonado mi hogar 7 minutos más tarde de lo habitual. No sé si arrepentirme de que haya sido así o alegrarme porque de haber seguido mi horario habitual me habría perdido el espectáculo matutino.

La senda a seguir era la misma de todos los días. Como puede haber en una sola calle tal concentración de eventos. La primera cosa que me ha llamado la atención ha sido ver a un señor con el chandal todo aseado en las primeras horas de la mañana con una rosa en la mano. La flor, correctamente preparada con celofán transparente y un enorme lazo rojo me ha echo caer de inmediato en la fecha en que nos encontrábamos."¡Claro, es San Valentín", he pensado en ese momento. Que majo el hombre, tu ves, llevará casado 40 años y aún sigue enamorado de su mujer, incluso madruga para comprarle una flor hoy. Pocos segundos después esa idea se ha esfumado de mi mente. Quizá aquel hombre intente compensar sus pecados con una simple flor. Quizá crea que una rosa puede perdonar su comportamiento, quizá,...

Avanzo 20 metros mientras pienso en aquel señor de chandal y flor cuando se cruza en mi camino un individuo dando extraños virajes. Sus ojos se esforzaban por mantenerse abiertos, su respiración era fatigada y su camisa, a mitad de abrochar junto con la chaqueta mal puesta eran síntoma de que aquel hombre todavía no se había acostado. Bueno, quiero decir ido a dormir, porque de donde venía me da que pensar que sí se había acostado. Tras su periplo por las tiendas de amor regresaba a casa al punto de la mañana.

Vaya si hay formas de celebrar San Valentín. Unos con flores, otros con noches de lujuria a base de talonario y los más recatados con una flor tomando una coca-cola con sus respectivos en un bar donde abundan las parejas que se besan, abrazan e incluso sobrepasan a media luz. Nosotros, chonis y pepinos, hemos preferido celebrar nuestro amor en multitud, tomando birras y rodeados de parejas de esas amorosas ya que dejamos las intimidades para nuestras alcobas.

Foto: www.kukusumusu.com

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