Manda huevos. Mira por donde que me propongo trabajar en mi blog el fin de semana. Tarde del sábado por delante para ofrecer la segunda y última entrega de mi aventura entre pepitos y también hablar sobre los textos de Zola y Harvard que nos propocionó Alfredo pero mira que gracia, internet, diosa de la que somos puros siervos no quiso funcionar y el servidor de Google no me dejó acceder a mi blog así que hoy, a estas horas, con el PSOE como claro vencedor de las elecciones y con ZP como presi de nuevo, tengo que acabar mi aventura con los pepitos, que ya está pasada de moda.
Bueno, más o menos me quedé en mi primera entrega al incio del mítin-comida. La decoración, ya mencioné que era azul claro y blanca, dejaba bastante que desear, sobre todo por los escasos claveles horteras de color celeste que espontáneamente salpicaban las mesas. Unas chonis que se encontraban próximas a mí y que habían venido desde el Bajo Aragón a ver a Rajoy se pirraban por coger el clavel, que estaba más próximo a mi zona de la mesa así que se lo dimos, ¿en verdad que puedo hacer yo con un clavel azul más que travestirme de Estrellita Castro? Sin embargo, la pobre flor pasó a un segundo plano cuando uno de sus amigos de excursión sacó de una bolsa cutre de plástico blanco una botella de vino aún más cutre con el careto de Rajoy en medio a modo león de la metro donde se leía: EL VINO DEL PRESIDENTE. Ahí me quedé privada. No hay palabras para describir aquel momento. Y cuando creía que nada lo superaría, la choni reina entre las chonis, la del clavel, la del vino,... llora cuando Marianín cruza el umbral de la puerta. Sus ojos se arrasan, se van llenando de lágrimas lentamente mientras aplaude enfervorecida y su mandíbula tiembla. "Coño choni, baja a la tierra, es Rajoy, no el Duque", estuve por decirle, aunque cuando ví los acompañantes masculinos que tenía alrededor comprendí que aunque solo fuera por su altura, Rajoy le privaba.
Gritos, aplausos, alguna bandera española constitucional,... esa era la fauna que habitaba el recinto. La gente parecía pasar bastante del discurso de los políticos locales y regionales, los deben de tener demasiado vistos y hasta que no habló Rajoy la cosa no se calmó aunque los había que seguían pasando completamente, del discurso, de las niñas, y de las escasas propuestas populares. Yo tomaba notas y de vez en cuando levantaba la cabeza para ver que aquello era cierto y que la gente aplaudía aquellas palabras. No pretendo entretenerme en lo que dijeron, y menos ahora que sabemos que no han ganado pero me privó bastante el discurso de Manolo Blasco, denominémoslo un político local, que vino a comentar la gran atención que habían tenido las juventudes pepitas al ofrecerse a comer de pie por dejar a los mayores su sitio ya que la celebración se les había ido de las manos y quizá hubiera gente que no tuviera asiento. Blasco, como un gran animal político que es a lo puramente Fraga, recalcó: "estas son las juventudes que ni han hecho la LOGSE ni la asignatura de educación para la ciudadanía, y mirar que atentos son". Bueno señor Blasco, solo puedo decirle dos cosas:
1 - no sé que entenderá usted por juventud pero de los que hay ahí la media ronda los 25 años, y lo sé porque los conozco y la promoción de la gente de 25 años fue la primera en la que se aplicó la LOGSE en esta ciudad, lo sé porque pertenecí a ella así que lo siento pero ellos la estudiaron, antes, después, a mitad, pero lo hicieron. Bueno algunos incluso no la llegarían a acabar.
2- Y si tanta manía le da a su partido la LOGSE tuvieron ocho años para haber hecho algo al respecto. ¿Por qué no la erradicaron como pretenden ahora erradicar otras cosas?
Discursos políticos a parte, allí la gente parecía que había ido en realidad a comer y a que la vieran. La comida fue normal, corriente. Lo más peculiar es que gracias al trabajo de algunos inmigrantes que servían las mesas, muchos pudieron comer. Vaya, parece que después del discurso de Rajoy no se acojonaron y salieron por piernas del recinto, yo desde luego lo hubiera hecho, con el cariño que les tiene. Antes de que la "suculenta" comida de entrantes y platazo principal terminara abandoné el recinto. Necesitaba salir de allí. Pero cuando creía que ya lo había visto todo, me quedo más privada al descubrir que a la salida reparten unos enormes billetes de 400 euros con una foto de ZP donde se lee, ¿cuánto vale tu voto? Siguiendo con mi política de silencio y profesionalidad pensé pero no en voz alta: "el mío vale un tren de ida y vuelta a casa y un taxi,... alrededor de unos 30 euros, pero la satisfacción de ver al PSOE ganar no la paga el dinero. Ah, y para todo lo demás, ¡MASTERCARD!"